Muro, el Pueblo

Muro, el Pueblo
Muro, en la provincia de Soria, se encuentra estratégicamente entre las sierras del Madero y el Moncayo. Su historia está ligada a la influencia del Monte Moncayo y su ubicación en la Meseta Castellana, cerca de Ólvega, Ágreda y Soria

Situación geográfica

Localidad situada en el extremo nororiental de la provincia de Soria, entre la sierra del Madero y la Sierra del Moncayo, en la comarca del Moncayo Soriano.

Muro está situado en la parte más elevada del recinto comprendido por las murallas de la antigua Augustóbriga (a 1046 metros de altitud) y en una ladera que mira al noroeste del Moncayo. Está a igual distancia (7 Km) de las dos localidades más importantes de la Comarca del Moncayo (Ólvega y Ágreda), cerca de otras localidades más pequeñas y a 44 kilómetros de Soria.

Inicio de la Meseta Castellana, limítrofe de los Reinos de Castilla y Aragón, zona de luchas y conquistas, pero sobre todo zona influenciada por el monte sagrado de los celtíberos, el Moncayo.

Historia

AREKORATAS. LA CIUDAD PERDIDA.

Arekoratas es una de las cecas celtibéricas que, de manera más temprana, comienza a acuñar monedas. Lo hace durante todo el siglo II a.C., tanto en plata como en bronce. En ellas figura siempre el nombre de la ciudad escrito en celtibérico. Monedas que se convierten en símbolo de poder y de independencia de la ciudad, que controla su ley, el peso y la iconografía utilizada.

Destaca los hallazgos de Tesaras de Hospitalidad, o pequeños objetos utilizados en la antigüedad, realizados con diferentes materiales, principalmente en bronce, que consistían en dos piezas que encajaban entre si y que representaban pactos de hospitalidad entre individuos, pueblos o tribus y que servían de salvoconducto para el tránsito entre ciudades.

Entre las encontradas en Muro destacan:

  • La Tésera de Arekoratas. Como pacto entre la ciudad de Arekoratas y un personaje llamado Sekilako, fabricada en bronce, de forma geométrica y con caracteres ibéricos. Datada en 100-500 a.C.
  • Tésera de hospitalidad celtibérica de bronce, con forma zoomorfa, con inscripción en lengua céltica datada en siglo II-I a.C. y con la inscripción "ToUTiKa, cuyo significado es el de 'ciudadanía'. O sea que quien llevaba consigo la tésera iba a tener el mismo status que cualquier ciudadano de "AreKoraTa".

CIUDAD DE FRONTERA. CIVITAS ESTUPENDIARE

A lo largo del siglo II a. C. las ciudades celtibéricas se van sometiendo ante el avance de las legiones romanas, alcanzando acuerdos los dirigentes de cada una de ellas con los generales o gobernadores provinciales, como representantes de Roma. Se convierten en ciudades tributarias, quedando obligadas a pagar tributo a los conquistadores, así como a ayudarles en las sucesivas campañas militares que emprendan.

De todas formas las ciudades, ubicadas en la zona fronteriza, mantienen cierta autonomía, alcanzando un gran auge económico al potenciarse los intercambios comerciales e intensificándose la explotación económica del territorio, especialmente las actividades mineras y agrícolas. Además de las minas de hierro, entorno a Muro y la Sierra del Madero se encuentran minas de galena, de la que se extrae plata. Con la plata, entre otras cosas se acuña moneda, utilizada en buena medida para pagar a las tropas. Dada su ubicación estratégica en el camino de acceso hacia el alto Valle del Duero, la ciudad debió servir como punto de abastecimiento para las legiones que penetraban hacia el interior a combatir en las guerras numantinas.

Los restos más antiguos documentados en Muro pertenecen a este periodo. La ciudad se encontraba bajo el casco urbano de la actual localidad, extendiéndose hacia el oeste.

Las ciudades celtibéricas participarán en las guerras civiles romanas, aliándose el bando sertoriano, que acabará derrotado a manos de Pompeyo en el año 72 a. C. Durante estos enfrentamientos algunas ciudades son destruidas y abandonadas, lo que pudo ocurrir en Muro, pues no se conservan materiales cerámicos ni numismáticos datables en los años centrales del siglo I a. C.

AVGUSTOBRIGA. LA REFUNDACIÓN DE LA CIUDAD

El gobierno de Augusto significará el final de las guerras Civiles y de la República, así como una reordenación de los territorios sometidos a Roma y el desarrollo de las ciudades. La presencia de Augusto en la península Ibérica durante las guerras Cántabras, impulsará estas actuaciones en Hispania, lo que ayuda a comprender la refundación de la ciudad localizada en Muro, denominada ahora Augustóbriga.

La creación de una ciudad en el mundo clásico solía estar vinculada con un héroe fundador, que se convertía en el protector de la nueva ciudad. En nuestro caso será Augusto al que se atribuya dicho patrocinio. La nueva denominación es el resultado de la combinación del nombre del fundador del Imperio con un característico topónimo céltico, “briga”, mezcla que anuncia los nuevos tiempos.

Hoy quedan escasos restos en pie de su muralla; pero unidos a las planimetrías que dibujara Eduardo Saavedra en el siglo XIX, los sondeos arqueológicos realizados junto al castillo y los trabajos de fotointerpretación, nos permiten reconstruir el perímetro amurallado de la ciudad. Tuvo tres kilómetros de longitud y abarcaría una superficie aproximada de 59 hectáreas. En su interior encontramos abundante material arqueológico datable en este momento, tanto restos cerámicos, las características sigillatas con su barniz rojo y otras producciones de cocina y almacén; como elementos constructivos, tégulas e ímbrices, restos de pilastras…

LA VIA XXVII. CAMINO DE ROMANIZACIÓN

La necesidad del transporte rápido de tropas y la cantidad ingente de mercancías que se han de desplazar a través del vasto territorio conquistado por Roma, crea la necesidad de construir vías de comunicación terrestre dotadas de infraestructuras de apoyo.

El Itinerario de Antonino es una recopilación de rutas del Imperio Romano, realizado en tiempos de Diocleciano, en el siglo IV d.C. En él se recogen una serie de itinerarios por todo el Imperio, entre las que figura la vía que desde Caesaraugusta (Zaragoza) conduce a Artúrica Augusta (Astorga), que está numerada con el número XXVII, de ahí que los historiadores denominen así a este camino. Este itinerario, que pasa por Turiaso (Tarazona) y Augustóbriga camino de Numancia y Clunia, es un tramo del camino que desde Tarraco (Tarragona), la capital provincial junto al mar Mediterráneo, se dirigía al distrito minero en la actual provincia de León, era la principal ruta de transporte de mercancías del norte de la Península.

En las calzadas se marcaba la distancia con hitos, generalmente cilíndricos, que recogían una referencia de la distancia, en millas romanas, aproximadamente 1’5 kilómetros, hasta la siguiente ciudad. El principal elemento que permite asegurar que los restos arqueológicos localizados en Muro pertenecen a Augustóbriga es la presencia de numerosos miliarios en el tramo hasta Numancia que la nombran.

EL BAJO IMPERIO. LA CRISIS DEL MUNDO URBANO

En el siglo III la vida ciudadana en la Hispania romana comienza a perder atractivo y las clases acomodadas, ante el deterioro de las instituciones y la inestabilidad política y social, se trasladan al campo. Los centros urbanos entran en decadencia, ya no se realizan nuevas edificaciones y en algunos casos comienza su abandono.

No sabemos exactamente lo que ocurrió en Augustóbriga en este momento, si bien tenemos atestiguada su ocupación en el siglo IV por numismática y por una necrópolis de inhumación cercana a la fuente localizada por Blas Taracena.

MURO. LA OCUPACIÓN MEDIEVAL

Recuperamos las noticias sobre la ocupación de la localidad en el siglo XII, tras la conquista de la comarca por Alfonso el Batallador, rey de Aragón, pasando a manos castellanas tras la muerte de dicho rey en 1134. Ahora se la conoce por Muro, convertida en marca fronteriza entre los reinos castellano y aragonés, frecuentemente enfrentados durante la baja Edad Media. Recuerdo de esas situaciones bélicas es su castillo de planta rectangular, ubicado en el punto más elevado del pueblo, construido con muros de mampostería trabados con argamasa. Hoy sólo conserva parte de tres de sus muros, con restos de las almenas y del adarve.

El segundo elemento medieval conservado en la localidad es su iglesia, con trazas románicas; pero edificada en el siglo XIII, ya en el tránsito hacia el gótico. En esta comarca el románico tiene unas características propias, la principal quizás sea el aspecto masivo de los templos; pues parece que la inestabilidad militar contagia a los edificios religiosos que incluyen escasos vanos y elementos decorativos. Durante la baja Edad Media e inicios mundo Moderno, la vía de comunicación principal de la comarca pasa de la antigua vía XXVII (Tarazona-Augustóbriga-Numancia), al camino entre Ágreda y Soria, con un trazado similar a la actual carretera. La localidad de Muro pierde entonces su situación estratégica junto a la vía de comunicación más importante de la zona, que ha ocupado durante siglos y a la que en buena parte debe su rica historia.